viernes, 28 de agosto de 2015

Sordos

Para hablar de los sordos, primero tengo que hablar un poquito de mí. Hace un par de temas atrás, cuando hablé de las manos, dije que hablo en señas, pero la verdad es que conozco muy bien la Lengua de Señas Chilenas (LSCH)… Aunque creo que eso me queda chico. No sólo la conozco, la sé, la siento, la vivo. Hablo en señas chilenas como si fuera mi lengua nativa y la adoro. No sólo adoro la lengua en sí, sino que adoro quién soy cuando las uso… No contenta con esto, hace unos años, comencé a estudiar Lengua de Señas Americanas (ASL). Aunque no la manejo bien, sí la entiendo bien.

Aprendí LSCH hace unos 10 años, cuando recibí una invitación a participar en un curso gratuito. Curso, que por lo demás, llegué un año tarde porque me llegó un año tarde la invitación. Así que sólo estuve en dos clases. Pero lo más importante para mi no fueron las clases o la falta de ellas, sino el conocer a los sordos, su cultura, sus sonidos, sus palmetazos, sus abrazos, sus risas, su todo. A diferencia de otras culturas, a los sordos les gusta cuando un oyente comienza a estudiar su lengua… A la larga, somos los oyentes que sabemos señas lo que seremos sus interpretes después. Si la tarea quedara solo en ser intérprete, todo sería más fácil para el oyente, pero después uno termina siendo su voz, su confidente, su mejor amigo, su maestro, su lector de noticias y mucho más. Por eso dicen que los sordos son acaparadores… pero la verdad, es que estamos en un mundo de oyentes, no es su culpa, la culpa es nuestra, como sociedad, de creer que estamos preparados para la integración, cuando mentalmente no lo estamos.

Mientras uno más aprende señas, más conoce su cultura, más entiende sus problemas, más los ama y más sufre. Porque hablar señas va de la mano con ver injusticias, con querer defenderlos, pero ¿de quién? ¿No es acaso, defenderlos de nosotros mismos? Finalmente, los sordos estarían mejor en un país de sólo sordos…

De su cultura, hay muchas cosas escritas bajo el término “sordedad”, término que ellos mismos inventaron. Su cultura está relacionado con su idioma mismo, pero también tiene sentimientos contra los oyentes o inclusos contra los sordo-medio, que son los sordos que hablan.

Otro término de la cultura sorda es CODA (Child Of Deaf Adult), que es la cultura que tienen los hijos oyentes de padres sordos. Porque los coda también tienen una cultura, más que mal, a ellos les ha tocado defender a sus padres, enseñarles, traducirles, y muchas veces, simplemente mentirles para que no sientan mal.

En mis años en este mundo de sordos y sordedad, he conocido un par de matrimonios coda. Hay un matrimonio de coda que vive cerca de mis padres y cuando nos encontramos, siempre hablamos en señas, es que ese es su idioma natural. Pero eso no se ve siempre… o más bien, eso se ve muy pocas veces. En la mayoría de los casos, los coda se van muy jóvenes de la casa de sus padres y se avergüenzan de ellos.

Así que el mundo de los sordos es tan oscuro como el de los ciegos.

Pero no pretendía escribir este tema para deprimirme, sino para contar lo que los sordos me han dado, razón por la que los tengo presentes siempre.

Todas los sordos, interpretes, familiares de sordos y personas famosas tenemos una seña, un apodo, una manera en que nos identifican. Mi seña significa “no me importa”. Al principio era por mi pelo, pero luego el gesto se fue deformando. Por más que me esforzaba para que los sordos lo hicieran bien, simplemente cambio completamente el significado original. Cuando pregunté por qué mi seña la hacían como “no me importa”, me dijeron que cada vez que me molestaban, a mi me daba igual, todo me resbalaba, nada me importaba. Trate de defenderme, diciendo que no era verdad, pero no valió la pena. Sencillamente soy “no me importa”. A algunas personas le ponen una seña por algún defecto que tengan, si son pelados, esa será su seña. Así que por lo general las señas son de orejas, de lunares, de cortes de pelo, de color de pelo, de dientes, etc. Otros son de personalidad, como el mío. Otros son de profesiones, oficios o trabajos que hace la persona. La cosa es buscar algo que haga a esa persona diferente al resto.

Me impresiona que hablando un idioma que no era el mío, fueron capaces de saber quién era… No es verdad que todo me da lo mismo, pero es verdad, que minimizo algunas cosas, especialmente las cosas tontas. Así que ahora me siento completamente identificada con mi apodo.

La lengua de señas no tiene eufemismos y eso también enriquece mi forma de percibir el medio. Por ejemplo, si quiero contar una noticia, donde un chico de 16 años se suicido, en señas tendría que explicar cómo lo hizo. Podría decir “un joven de 16 años se ahorcó” o “un joven de 16 años se cortó las venas”, etc. No hay manera de minimizar lo que realmente ocurrió. Y cuando uno tiene que explicar esas cosas, uno tiene que hacer toda la mímica de poner una cuerda, hacer un nudo, poner la cabeza en el centro y luego cerrar los ojos y sacar la lengua. Sin eufemismos la cosa es más escalofriante. Aunque parezca que eso es malo, no lo es, porque el sufrimiento de otro se vive, se siente y eso nos enriquece como seres humanos.

La lengua de señas es rica en sentimientos, por eso muchas veces las prefiero para contar algo. Cuando las lágrimas no te dejan contar algo, las manos sí te lo permiten. Lo mismo cuando uno está tan feliz por algo. Como el español tiene tantos eufemismos, no siempre se puede explicar algo como uno lo ve, entonces uno se pone a hacer señas, mostrar alguna foto, indicar a alguien o simplemente terminar diciendo: “Es cierto, si quieres pregúntale a él”. Pero en señas no se necesita de otra persona para poder explicar algo grandioso, se dice y listo, todos se emocionan contigo. ¡Amo las señas!

Aunque este tema se llama “Sordos”, debo reconocer que se me ha pasado la mano hablando de su idioma, pero el idioma crea la cultura, por eso no es menor. Un sordo que no usa las señas, no tiene la cultura de sordo, no hay sordedad. Nuestro idioma nos forma, como las señas forman a los sordos. Razón por la que los sordos del mundo tienen la misma personalidad.

La personalidad del sordo es tan rica como su idioma. Como ya dije, los sordos son dependientes de los oyentes que los entienden, así que siempre se unirán a uno como una lapa. Además son generosos y podrían darnos el pan que tienen en las manos, sólo para mostrar gratitud o simplemente cariño. Pero lo que más me gusta de ellos, es su imaginación.

A la edad de 4 años, cuando todos pasamos por la época del “¿Por qué?” el sordo también la vive, la gran diferencia es que nuestros pacientes padres nos responden, mientras que el niño sordo ni siquiera sabe armar esa pregunta en señas y menos sus padres saben siquiera que el hijo el sordo. Entonces, ¿quién responde a sus interrogantes? Su imaginación. Si le preguntas a un sordo ¿Qué son las estrellas? Podrías enamorarte de su respuesta. ¿Por qué el cielo es azul? Fascinante. En esa exquisita imaginación, imaginan que les dijiste que hoy irías a su casa a las 17hrs. Entonces te espera y tú no llegas. La siguiente vez que se vean, sin dudar, te hará saber que te estuvo esperando. Y la verdad, es que no hay manera de convencerlo que tú nunca dijiste eso. Esa es su realidad, aunque para ti sea sólo su imaginación.

Algo que también adoro de los sordos es su sinceridad, quizás también tiene que ver con que su idioma no permite los eufemismos. Ellos podrían decirte que tal persona dijo algo malo de ti. Podrían decirte que estás más gorda que la última vez que te vio. Pueden decirte que estás más vieja. No tienen rodeos en decirte que vio a tu pareja con otra persona, etc. No lo hacen para hacerte daño, lo hacen porque son sinceros, porque siempre dicen la verdad. Por eso, cuando ellos mismos se equivocan, lo dicen abiertamente y piden perdón de corazón. Aunque el dicho “no tienen pelos en la lengua” está hecho para oyentes, nos queda grande a todos, menos a los sordos.

Si tuviera otra vida, una segunda oportunidad de hacer las cosas, volvería a meterme en el mundo de los sordos. Aunque pensé que mejoraría sus vidas, terminé yo enriqueciendo la mía. 

viernes, 21 de agosto de 2015

Verano

En vista del diluvio que estamos viviendo en este momento, no puedo más que pensar en que pronto será Septiembre y con eso el verano se nos viene encima.

Añoro esos días de sol, de calor, de bloqueador con olor a coco o a cualquier fruta de verano. Extraño mis poleras (o remeras), mis short, mis faldas cortas, pero más extraño mi traje de baño y nadar… simplemente nadar.

¿Nadar? ¿Traje de baño? ¿Así como estoy? ¡Antes muerta!

¡Chupalla! ¡Se viene el verano! Con eso se vienen las dietas, los ejercicios y básicamente, se viene el hambre.

Lo único bueno que tiene el hambre y las dietas, son la leche cultivada y el yogurt Diet. ¡Eso sí que me encanta! Por alguna razón, los venden tan bien en la TV que uno termina creyendo el cuento de que sin esos yogures seguiremos gordas. Y lo más gracioso es que te convencen que tienes “transito lento”. No sé ustedes, pero el resto del año, yo no sufro de transito lento, pero en el verano, siento que sin uno de esos yogurt, no podré ir al baño. No importa cuál sea la marca del yogurt, siempre se nos habla de lo tanto que nos cuesta ir al baño… Como si esa fuese la razón de estar gordas… Aparte que ponen a unas raquíticas, que aunque acumularan caca, ni se les notaria.

Con las dietas también vienen los cereales en la mañana, donde tenemos que dejar el chocapic, por cereales sin azúcar, sin brillo y sin sabor. Esos cereales que uno no quiere ni probar, pero que en el supermercado se los regalan a todas las gorditas… o sea, llevo años recibiendo esas bolsitas.

¿Y cómo vamos a hacer dieta sin una botella de agua en la mano? Eso sí que es patético. Creer que por hacer harto pipi uno va a adelgazar. Y tan tonta que se ve la gente con una botella en la mano. Peor si la botella es de alguna bebida energizante o un agua hidratante, súper cara, que uno se termina comprando por la botella. Y no te vayas a olvidar, que lo más importante de la botella no es la calidad del plástico, sino el pituto que tiene en la boca, porque la tapa rosca ya pasó de moda.

Bueno, igual no más que voy a hacer dieta si quiero ir a nadar a un lugar público o con algún conocido o amigo. Recibiré de buena gana los cereales que me den y los voy a mezclar con el yogurt de transito lento. Y ya tengo lista mi botella de agua, de medio litro y de agua hidratante… no soy más que el resultado del molde de gorda preocupada por el verano…

martes, 18 de agosto de 2015

Preguntas

A medida que empezamos a hablar, empezamos a hacer preguntas. Hay una edad en que cualquier oración puede ser amenazada con la pregunta “¿Por qué?” Los padres se las ingenian para respondernos, pero sin importar lo inteligente que sea la respuesta, esta es amenazada una vez más. Es cuando nos preguntamos ¿Por qué el cielo es azul? ¿De dónde vienen los bebés? ¿Qué son las estrellas? ¿De dónde sale tanta agua al llover? Preguntas que nos ayudaron a aprender.

Después, está la edad en que ya no queremos preguntar. Es aquí cuando los padres te dicen: “No existen las preguntas tontas”. Tratan de convencerte de que si no entiendes algo, es fundamental que preguntes a tu profesor y te prometen que nunca quedarás como un tonto. Si te convencen de eso, pronto te desconvenceras.

Obvio que hay preguntas tontas y obvio que uno queda como tonto si las hace. Por ejemplo, cuando uno no entiende una talla. Al principio uno hace como que no escucho y por eso no se ríe. Entonces alguien te repite y sigues sin reír. Buscas una nueva excusa, pero no te queda otra que preguntar ¿Por qué se ríen? Ahora, ya nadie se ríe del chiste, ahora todos se ríen de ti.

También pueden considerarse como preguntas tontas: ¿estás aquí?, ¿ya llegaste?, ¿tienes baño?, ¿me das agua?, ¿tienes frío?, ¿tienes calor? Obviamente estas preguntas son tontas en algunos contextos. Porque es obvio que estoy aquí si me estas viendo, llegué. Baño tengo y el agua no se le niega a nadie. Ahora, si estoy tiritando o con los labios morados, es porque tengo frío. Y si se me hinchan los dedos, estoy roja y transpirando, es porque tengo calor.

También existen las preguntas que hacemos solo de muletilla, como por respeto, como el famoso: “¿Cómo estas?” En realidad, no es que la pregunta sea tonta, sino que la respuesta es la tonta. Porque, si no hay confianza, la respuesta siempre será “bien”. Ahora, aunque a veces sí hay confianza, la respuesta es la misma simplemente para no preocupar al resto. Pero lo más patético es cuando uno hace la pregunta, y sin esperar la pregunta de vuelta, uno ya respondió “bien también”. Es vergonzoso para uno, porque a nadie le importa como estas. Pero también deja al otro mal, porque claramente no tiene modales. ¡Que cosa más incomoda!

Con todo, supongo que sin preguntas casi no habría dialogo. No habría debates. Y las únicas personas que podríamos conocer son las autorreferente, las que no se callan nunca, las que escriben blog o las demasiado extrovertidas. ¿Cuál es la gracia?

Las preguntas bien pensadas son el principio de una buena conversación, el principio de una buena amistad, incluso puede ser el principio de reconocer una debilidad y una oportunidad para cambiar.

¿O es muy tonto lo que estoy diciendo?

domingo, 9 de agosto de 2015

Manos

Hace unos días, conversábamos con unas amigas sobre las manos y una nos explicó que la testosterona hace crecer el dedo anular más que el dedo índice, razón por la que los hombres tienen el dedo anular más largo, mientras que las mujeres el dedo índice. Hicimos lo obvio, miramos nuestras manos, y todas tenían el dedo anular más largo que el índice, menos yo. Creo que como todas tienen hermanos hombres, todas jugaron con autitos y fueron el blanco de juegos bruscos con sus hermanos, mientras yo jugaba al elástico (a la panty), a saltar la cuerda y a las Barbie. Siempre fui bien niñita, al menos eso dice mi dedo índice.

Como sé lengua de señas, las manos son importantes para mí. He visto como los sordos se comunican a través de ellas, y como yo también lo puedo hacer. He visto como la lengua de señas ha ayudado a sordos a desenvolverse en casi cualquier lugar, pero más importante para mi, he visto como una persona que no tenia comunicación antes, donde no tenia lenguaje, ha podido expresar profundos sentimientos gracias a aprender su propio idioma. Para un sordo las manos son su boca, como para un ciego son sus ojos.

En mi vida, incluso antes de saber señas, siempre he sido un poco exagerada para contar algo, así que siempre me he acompañado de los ademanes. Pero desde que sé señas, todo el mundo confunde mis ademanes con señas. He tratado de explicar que la seña “más grande” es igual al ademán “más grande”, pero parece que nadie me entiende. Los ademanes me han identificado siempre, pero eso lo saben sólo aquellos que me conocen de antes. Mis señas sólo las uso cuando estoy con sordos, cuando estoy con personas que saben señas y cuando escucho música, el resto de las veces, sólo son ademanes.

Si hablamos de las manos, no podemos no hablar de las uñas. Cuando era más chica, tenía una amiga que tenia sus dedos pulgares diferentes. Sí, uno era de uña plana, más chico, ñato y feo. Mientras que el pulgar de la otra mano, era más flaco, un poco más largo y con la uña redondita. Increíble que haya dos manos, de la misma persona, tan distintas. Un pulgar se parecía al de su papá y el otro al de su mamá. En mi caso, tengo uñas planas como mi papá: pulgar, índice y medio. Y uñas redonditas, como mi mamá: anular y meñique. Pero al menos mis dos manos se parecen entre sí.

Ahora, debemos hablar sobre callos y la teoría de que una mano callosa es de un hombre trabajador, mientras que una mano suave es de alguien que no hace nada. En esta época, donde la tecnología nos ayuda en nuestro trabajo, una mano sin callos, solo puede significar que no pica leña, pero no dice si un hombre es bueno para trabajar o no. Aunque siempre es mejor, el hombre que pica leña. También están los callos producto de la escoba y la plancha. Pero, también está el callo que tengo yo, el callo del mouse, el callo que nace de tantos años de PC. En la Universidad me molestaban por este callo, de todos mis compañeros, yo tenia el callo más grande, eso me hacia popular, era la más nerd. Gracias a los notebook, y los touchpad, mi callo ha disminuido un poco, pero todavía se ve como un hueso.

Pero algo que quiero destacar hoy sobre las manos, es el tacto. Ese sentido que nos ayuda a disfrutar mejor de todo, como la comida. Porque no se puede disfrutar unas papas fritas sin comerlas con las manos, como no se puede disfrutar una pizza sin tocarla. Pero lo mejor, son esos recuerdos que tenemos guardados en el tacto, como la primera vez que nuestras manos se tocaron o anoche, cuando tocaba tus ojitos.

miércoles, 5 de agosto de 2015

Amigos

El sábado me preguntaron “¿Cuántos amigos tienes?” Debo reconocer que la pregunta me hizo sentir súper bien, pensé “Tengo muchos amigos, me faltan dedos en las manos”. Entonces me preguntaron “¿Cuántos de esos son buenos amigos?” Mi primera respuesta fue: “Todos”. Porque ¿para que voy a tener amigos, si no son buenos amigos? Entonces me puse a pensar en lo que realmente querían preguntarme. ¿Qué significa realmente se un buen amigo?

Para los Enanitos Verdes, “los amigos son una luz, brillando en la oscuridad”. Obviamente tienen que estar hablando en sentido figurado, por lo que luz no es luz y oscuridad no es oscuridad. Porque no me imagino a un amigo brillando, así como Mr. Burns, en ese capitulo de Los Simpsons, donde le dan una dosis de algo para seguir viviendo. La oscuridad tiene que ser un problema, donde todo se ve negro. En esos momentos, los amigos resultan ser una luz brillando, no para sacarnos de la oscuridad, sino para iluminarnos, para ayudarnos a ver una salida, o al menos, ayudarnos a no estar tan solos, a no tenerle miedo.

De todos los amigos que tengo, de todos los buenos amigos que tengo, esos que he hecho en este largo camino que llamamos vida, ¿Cuántos brillaran en la oscuridad? Aquí no puedo echarle la culpa a los amigos de no estar cuando veo todo negro, supongo que aprovecho esa oscuridad para escribir, como el día de hoy. Claro, mis amigos no brillan, porque yo no les doy el espacio, ni siquiera les informo donde estoy parada hoy, no me abro. Aunque el sabio puede sacar los pensamientos del corazón, independiente de lo profundas que sean sus aguas. Pero no puedo pretender que todos mis amigos sean sabios, ni puedo pretender que todos mis buenos amigos sean buenos nadadores y la verdad, es que tampoco deseo que todos se tiren al agua. Supongo que uno tiene amigos para cada día, algunos son para reír, algunos son para ayudar, algunos son para escuchar, algunos son para aconsejar, algunos son para un asado, algunos son para un café, algunos son para caminar bajo la lluvia, algunos para comer un collac, etc. Ni siquiera sé si tengo algún amigo que sepa siquiera nadar, menos que haga apnea.

Supongamos que tengo una enfermedad grave, grave grave. El doctor me ha informado que me voy a morir, ¿Qué haría? Supongo que lo pondría en Facebook, tomaría mi mochila y saldría a verlos a todos para despedirme. Estoy segura que puedo contar con todos, trataran de brillar para mí.

Ahora supongamos que estoy en la oscuridad por una conversación con mi esposo, con mi hermana, o con alguno de mis padres. ¿Qué haría? En este caso, no podría hacerlo tan publico, porque no me gustaría dejarlos mal con mis amigos. No me gustaría que se enojaran con alguno de ellos. Entonces, simplemente me guardaría. Evitaría las lágrimas y le bajaría el perfil. No dejaría de contarlo a un buen nadador, me abriría un poco, solo para que no se ahogue en el intento, pero no podría dejar salir todo lo que tengo. Para ser una persona tan extrovertida, soy una persona introvertida.

Los buenos amigos son como un trago. Algunos son para compartir después de un tenso día, como una copa de vino. Sin nada para picar, simplemente una copa de vino. Esos son los amigos con los que uno se puede desahogar por las cosas del día. Una segunda copa para acompañar algo de comida, y una tercera sólo para terminar la botella. Cada uno para su casa y a dormir.

Otros amigos son como una cerveza helada. Estos son los amigos del día, de cuando hace calor, y lo que único que queremos es reírnos. Aunque la cerveza pueda provocar alguna conversación de sentimientos, en general es para reírse de uno mismo. Si acompañamos la cerveza con un poco de carne, entonces hablaremos de eso.

También están los amigos que son como un trago dulce, comienzas a tomarlo, sintiendo un exquisito sabor, y por el dulcecito te vas al segundo vaso. Las conversaciones con estos amigos son así, de menos a más, lentamente. Estos amigos son los que tenemos que poner al día con nuestra vida. Mientras elegimos qué decir, tratando de decir cosas positivas para que no se preocupe, nos hace una pregunta de la que no podemos salir. Comenzamos a abrirnos, lentamente, y vamos por el tercero. Esas conversaciones que nos lavan el cerebro, y que de alguna manera nos mejora. Esas conversaciones en que el trago se hace más dulce y el amigo se hace mejor amigo.

Y por supuesto que existen esos amigos como un trago amargo, como un whisky o un caipiriña. Esos amigos con los que conversamos cosas inteligentes como política, una charla TEC, las estrellas, las fotos del plutón o alguna noticia. Conversación que también nos entretiene y nos ayuda a saber que tan inteligentes son nuestros amigos y que tan profundas son sus lecturas.

Aunque mis tragos favoritos son los que tienen una rutina, como los golpeaditos o como donde tienes que tomar un trago si pierdes en algún juego o simplemente porque naciste en Enero, tienes que pararte, cantar, y tomar una copa. Esos son los amigos con los que envejecerás. Esos son los amigos que se quedan a alojar en tu casa, aun sabiendo que no tienes camas. Aquellos que se levantan temprano a ventilar la casa, sacar la basura y preparar el desayuno. Esos son los buenos amigos. No importa que no sepan todos tus problemas, no importa que no hayan brillado en la oscuridad. Los buenos recuerdos te acompañaran siempre. Ellos son la luz que brilla cuado tú también brillas.

martes, 4 de agosto de 2015

Soltería

Cuando una persona es soltera, parece que no pudiese tener opinión sobre el matrimonio, porque su visión es limitada. Pero no pasa lo mismo con una persona casada que quiere opinar sobre la soltería. Mal que mal, todo casado, alguna vez fue soltero. Así que me siento con la autoridad de hablar de la soltería, aun siendo una persona casada.

Hoy me dio la inspiración Eros Ramazzotti, con su canción Fábula. En ella cuenta la historia de un hombre que se quiso transformar en árbol. En este momento no voy a hablar de esos sentimientos tan alocados, allá él. Hace miles de años los ángeles quisieron transformarse en personas y simplemente lo hicieron. Hoy hombres quieren ser mujeres y lo hacen. Mujeres quieren ser hombres, y pum, lo hacen. Los niños quieren ser grandes, los grandes niños, finalmente parece que muchos quieren ser otra cosa. Bueno, este hombre de la canción quería ser árbol y lo fue.

Ser árbol le enseñó sobre el viento, el sol, las aves, la resina, los conejos y los colibrí. Tal enseñanza llevó a este árbol a sentirse completo, ahora tenía todo el tiempo que siempre quiso, solo para él, para aprender y ser enseñado. Todos los que gustamos de una buena lectura podemos entender esos sentimientos. Cuando llega la hora en que por fin podemos hacer lo que realmente queremos, cuando por fin tenemos el tiempo para nosotros mismos, cuando nos sentamos a leer o simplemente mirar por la ventana y aprender. Esa es felicidad. Al menos eso nos cuenta este árbol.

Supongo que no necesitamos transformarnos en árbol para encontrar la felicidad. Quizás la felicidad está en darnos el tiempo para hacer lo que realmente queremos. Dejar de hacer lo que debemos hacer, por hacer lo que queremos hacer. Dejar de pensar en protocolos y sentirnos libres de decir o pensar lo que queramos. Esa libertad, que paradójicamente encontramos cuando estamos encerrado en cuatro paredes. Y permitir que esa libertad nos llene hasta sonreír, simplemente porque por fin somos libres.

La soltería tiene eso. No quiero decir que el matrimonio no lo tenga.

Aquel árbol no buscó su felicidad en otra persona, buscó su felicidad en sí mismo. Se dio la oportunidad de conocerse a sí mismo y conocer su entorno, así logró ser feliz.

Hoy muchas personas se ponen el objetivo del matrimonio, como eso, una línea de meta que cruzar. Se auto convencen que encontraran la felicidad cuando alguien las quiera, cuando alguien se case con ellas. ¿Y después? Suponen simplemente que serán felices por siempre… pero eso no es tan así. Sentirse querida es genial, pero si uno no se quiere a uno mismo, no importa cuantas veces te digan que te quieren, no le vas a creer. Uno primero tiene que quererse a si mismo, ser feliz soltero. Obvio, ¿a quien puede gustarle una persona que no se quiere? A otro que tampoco se quiere. ¿Y que hace una pareja que no se quiere a sí misma? De solo imaginarme una pareja así, me da pena.

¡Las cosas que uno puede sacar de una canción! Porque cuando el árbol se vio feliz, recién estaba preparado para hacer feliz a otro. Cuando el árbol vio “los ojos de una niña, que le habían robado al cielo, el brillo de dos estrellas”, sintió la necesidad de despertar. Claro, ahora estaba preparado. Por eso, solamente un soltero feliz podrá ser un casado feliz y permitir así, que su compañero también sea feliz.