Hace unos
días, conversábamos con unas amigas sobre las manos y una nos explicó que la
testosterona hace crecer el dedo anular más que el dedo índice, razón por la
que los hombres tienen el dedo anular más largo, mientras que las mujeres el
dedo índice. Hicimos lo obvio, miramos nuestras manos, y todas tenían el dedo
anular más largo que el índice, menos yo. Creo que como todas tienen hermanos
hombres, todas jugaron con autitos y fueron el blanco de juegos bruscos con sus
hermanos, mientras yo jugaba al elástico (a la panty), a saltar la cuerda y a
las Barbie. Siempre fui bien niñita, al menos eso dice mi dedo índice.
Como sé
lengua de señas, las manos son importantes para mí. He visto como los sordos se
comunican a través de ellas, y como yo también lo puedo hacer. He visto como la
lengua de señas ha ayudado a sordos a desenvolverse en casi cualquier lugar,
pero más importante para mi, he visto como una persona que no tenia
comunicación antes, donde no tenia lenguaje, ha podido expresar profundos
sentimientos gracias a aprender su propio idioma. Para un sordo las manos son
su boca, como para un ciego son sus ojos.
En mi vida,
incluso antes de saber señas, siempre he sido un poco exagerada para contar
algo, así que siempre me he acompañado de los ademanes. Pero desde que sé
señas, todo el mundo confunde mis ademanes con señas. He tratado de explicar
que la seña “más grande” es igual al ademán “más grande”, pero parece que nadie
me entiende. Los ademanes me han identificado siempre, pero eso lo saben sólo
aquellos que me conocen de antes. Mis señas sólo las uso cuando estoy con
sordos, cuando estoy con personas que saben señas y cuando escucho música, el
resto de las veces, sólo son ademanes.
Si hablamos
de las manos, no podemos no hablar de las uñas. Cuando era más chica, tenía una
amiga que tenia sus dedos pulgares diferentes. Sí, uno era de uña plana, más
chico, ñato y feo. Mientras que el pulgar de la otra mano, era más flaco, un
poco más largo y con la uña redondita. Increíble que haya dos manos, de la
misma persona, tan distintas. Un pulgar se parecía al de su papá y el otro al
de su mamá. En mi caso, tengo uñas planas como mi papá: pulgar, índice y medio.
Y uñas redonditas, como mi mamá: anular y meñique. Pero al menos mis dos manos
se parecen entre sí.
Ahora, debemos
hablar sobre callos y la teoría de que una mano callosa es de un hombre
trabajador, mientras que una mano suave es de alguien que no hace nada. En esta
época, donde la tecnología nos ayuda en nuestro trabajo, una mano sin callos,
solo puede significar que no pica leña, pero no dice si un hombre es bueno para
trabajar o no. Aunque siempre es mejor, el hombre que pica leña. También están
los callos producto de la escoba y la plancha. Pero, también está el callo que
tengo yo, el callo del mouse, el callo que nace de tantos años de PC. En la Universidad
me molestaban por este callo, de todos mis compañeros, yo tenia el callo más
grande, eso me hacia popular, era la más nerd. Gracias a los notebook, y los
touchpad, mi callo ha disminuido un poco, pero todavía se ve como un hueso.
Pero algo
que quiero destacar hoy sobre las manos, es el tacto. Ese sentido que nos ayuda
a disfrutar mejor de todo, como la comida. Porque no se puede disfrutar unas
papas fritas sin comerlas con las manos, como no se puede disfrutar una pizza
sin tocarla. Pero lo mejor, son esos recuerdos que tenemos guardados en el
tacto, como la primera vez que nuestras manos se tocaron o anoche, cuando tocaba tus
ojitos.
Bien escrito Nancy!.. de lo particular a lo general y de lo general a lo particular otra vez!
ResponderEliminarAh...no se si la @ está de acuerdo con que hables de sus ojos!
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