El sábado
me preguntaron “¿Cuántos amigos tienes?” Debo reconocer que la pregunta me hizo
sentir súper bien, pensé “Tengo muchos amigos, me faltan dedos en las manos”.
Entonces me preguntaron “¿Cuántos de esos son buenos amigos?” Mi primera
respuesta fue: “Todos”. Porque ¿para que voy a tener amigos, si no son buenos
amigos? Entonces me puse a pensar en lo que realmente querían preguntarme. ¿Qué
significa realmente se un buen amigo?
Para los
Enanitos Verdes, “los amigos son una luz, brillando en la oscuridad”.
Obviamente tienen que estar hablando en sentido figurado, por lo que luz no es
luz y oscuridad no es oscuridad. Porque no me imagino a un amigo brillando, así
como Mr. Burns, en ese capitulo de Los Simpsons, donde le dan una dosis de algo
para seguir viviendo. La oscuridad tiene que ser un problema, donde todo se ve
negro. En esos momentos, los amigos resultan ser una luz brillando, no para
sacarnos de la oscuridad, sino para iluminarnos, para ayudarnos a ver una
salida, o al menos, ayudarnos a no estar tan solos, a no tenerle miedo.
De todos
los amigos que tengo, de todos los buenos amigos que tengo, esos que he hecho
en este largo camino que llamamos vida, ¿Cuántos brillaran en la oscuridad?
Aquí no puedo echarle la culpa a los amigos de no estar cuando veo todo negro,
supongo que aprovecho esa oscuridad para escribir, como el día de hoy. Claro,
mis amigos no brillan, porque yo no les doy el espacio, ni siquiera les informo
donde estoy parada hoy, no me abro. Aunque el sabio puede sacar los pensamientos
del corazón, independiente de lo profundas que sean sus aguas. Pero no puedo
pretender que todos mis amigos sean sabios, ni puedo pretender que todos mis
buenos amigos sean buenos nadadores y la verdad, es que tampoco deseo que todos
se tiren al agua. Supongo que uno tiene amigos para cada día, algunos son para
reír, algunos son para ayudar, algunos son para escuchar, algunos son para
aconsejar, algunos son para un asado, algunos son para un café, algunos son
para caminar bajo la lluvia, algunos para comer un collac, etc. Ni siquiera sé
si tengo algún amigo que sepa siquiera nadar, menos que haga apnea.
Supongamos
que tengo una enfermedad grave, grave grave. El doctor me ha informado que me
voy a morir, ¿Qué haría? Supongo que lo pondría en Facebook, tomaría mi mochila
y saldría a verlos a todos para despedirme. Estoy segura que puedo contar con
todos, trataran de brillar para mí.
Ahora
supongamos que estoy en la oscuridad por una conversación con mi esposo, con mi
hermana, o con alguno de mis padres. ¿Qué haría? En este caso, no podría
hacerlo tan publico, porque no me gustaría dejarlos mal con mis amigos. No me gustaría
que se enojaran con alguno de ellos. Entonces, simplemente me guardaría. Evitaría
las lágrimas y le bajaría el perfil. No dejaría de contarlo a un buen nadador,
me abriría un poco, solo para que no se ahogue en el intento, pero no podría
dejar salir todo lo que tengo. Para ser una persona tan extrovertida, soy una
persona introvertida.
Los buenos
amigos son como un trago. Algunos son para compartir después de un tenso día, como
una copa de vino. Sin nada para picar, simplemente una copa de vino. Esos son
los amigos con los que uno se puede desahogar por las cosas del día. Una
segunda copa para acompañar algo de comida, y una tercera sólo para terminar la
botella. Cada uno para su casa y a dormir.
Otros
amigos son como una cerveza helada. Estos son los amigos del día, de cuando
hace calor, y lo que único que queremos es reírnos. Aunque la cerveza pueda
provocar alguna conversación de sentimientos, en general es para reírse de uno
mismo. Si acompañamos la cerveza con un poco de carne, entonces hablaremos de
eso.
También
están los amigos que son como un trago dulce, comienzas a tomarlo, sintiendo un
exquisito sabor, y por el dulcecito te vas al segundo vaso. Las conversaciones
con estos amigos son así, de menos a más, lentamente. Estos amigos son los que
tenemos que poner al día con nuestra vida. Mientras elegimos qué decir,
tratando de decir cosas positivas para que no se preocupe, nos hace una
pregunta de la que no podemos salir. Comenzamos a abrirnos, lentamente, y vamos
por el tercero. Esas conversaciones que nos lavan el cerebro, y que de alguna
manera nos mejora. Esas conversaciones en que el trago se hace más dulce y el
amigo se hace mejor amigo.
Y por supuesto que existen esos amigos como un trago amargo, como un whisky o un
caipiriña. Esos amigos con los que conversamos cosas inteligentes como
política, una charla TEC, las estrellas, las fotos del plutón o alguna noticia.
Conversación que también nos entretiene y nos ayuda a saber que tan
inteligentes son nuestros amigos y que tan profundas son sus lecturas.
Aunque mis
tragos favoritos son los que tienen una rutina, como los golpeaditos o como
donde tienes que tomar un trago si pierdes en algún juego o simplemente porque
naciste en Enero, tienes que pararte, cantar, y tomar una copa. Esos son los
amigos con los que envejecerás. Esos son los amigos que se quedan a alojar en
tu casa, aun sabiendo que no tienes camas. Aquellos que se levantan temprano a
ventilar la casa, sacar la basura y preparar el desayuno. Esos son los buenos
amigos. No importa que no sepan todos tus problemas, no importa que no hayan
brillado en la oscuridad. Los buenos recuerdos te acompañaran siempre. Ellos
son la luz que brilla cuado tú también brillas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario