martes, 18 de agosto de 2015

Preguntas

A medida que empezamos a hablar, empezamos a hacer preguntas. Hay una edad en que cualquier oración puede ser amenazada con la pregunta “¿Por qué?” Los padres se las ingenian para respondernos, pero sin importar lo inteligente que sea la respuesta, esta es amenazada una vez más. Es cuando nos preguntamos ¿Por qué el cielo es azul? ¿De dónde vienen los bebés? ¿Qué son las estrellas? ¿De dónde sale tanta agua al llover? Preguntas que nos ayudaron a aprender.

Después, está la edad en que ya no queremos preguntar. Es aquí cuando los padres te dicen: “No existen las preguntas tontas”. Tratan de convencerte de que si no entiendes algo, es fundamental que preguntes a tu profesor y te prometen que nunca quedarás como un tonto. Si te convencen de eso, pronto te desconvenceras.

Obvio que hay preguntas tontas y obvio que uno queda como tonto si las hace. Por ejemplo, cuando uno no entiende una talla. Al principio uno hace como que no escucho y por eso no se ríe. Entonces alguien te repite y sigues sin reír. Buscas una nueva excusa, pero no te queda otra que preguntar ¿Por qué se ríen? Ahora, ya nadie se ríe del chiste, ahora todos se ríen de ti.

También pueden considerarse como preguntas tontas: ¿estás aquí?, ¿ya llegaste?, ¿tienes baño?, ¿me das agua?, ¿tienes frío?, ¿tienes calor? Obviamente estas preguntas son tontas en algunos contextos. Porque es obvio que estoy aquí si me estas viendo, llegué. Baño tengo y el agua no se le niega a nadie. Ahora, si estoy tiritando o con los labios morados, es porque tengo frío. Y si se me hinchan los dedos, estoy roja y transpirando, es porque tengo calor.

También existen las preguntas que hacemos solo de muletilla, como por respeto, como el famoso: “¿Cómo estas?” En realidad, no es que la pregunta sea tonta, sino que la respuesta es la tonta. Porque, si no hay confianza, la respuesta siempre será “bien”. Ahora, aunque a veces sí hay confianza, la respuesta es la misma simplemente para no preocupar al resto. Pero lo más patético es cuando uno hace la pregunta, y sin esperar la pregunta de vuelta, uno ya respondió “bien también”. Es vergonzoso para uno, porque a nadie le importa como estas. Pero también deja al otro mal, porque claramente no tiene modales. ¡Que cosa más incomoda!

Con todo, supongo que sin preguntas casi no habría dialogo. No habría debates. Y las únicas personas que podríamos conocer son las autorreferente, las que no se callan nunca, las que escriben blog o las demasiado extrovertidas. ¿Cuál es la gracia?

Las preguntas bien pensadas son el principio de una buena conversación, el principio de una buena amistad, incluso puede ser el principio de reconocer una debilidad y una oportunidad para cambiar.

¿O es muy tonto lo que estoy diciendo?

1 comentario:

  1. Todo lo escribiste tú? ... pregunta tonta.
    La introducción y la conclusión tiene un poco de plagio? ... pregunta tonta.
    Si en parte es plagio... todo lo escribiste tú? ...
    Me gustó la parte "las únicas personas que podríamos conocer son las que escriben blog"

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