“Las despedidas son parte natural de la vida”- Así
dice el profesor de Ana de las Tejas Verdes al despedirse de sus alumnos. Y con
mucha razón. Las despedidas no son el fin, sino el comienzo de una nueva
aventura. Claro, eso para el que se va. El que se queda, siente muy distinto…
Las primeras grandes despedidas son a los compañeros
de colegio. Salimos de 4° medio, con la vista puesta en el futuro, con nuevas
metas y con la emoción de haber terminado una gran etapa. Ya entraditos en
edad, listos para volver a empezar. Despedirnos del colegio que tan bien conocemos,
por un mundo que no hemos visto jamás.
Otra despedida importante es dejar la casa, dejar a
los padres. Pero, para mi, fue más doloroso aun, dejar a mi pequeña
hermanita. La emoción del matrimonio y la libertad, endurecieron mi corazón un
buen rato. Me sentía bien y aun sentía cerca de mis padres y hermana. Lo peor
estaba por venir… Se casó mi hermana y se fue muy lejos… Desperté
y me dije: “You're not here with me, you never said goodbye, someone tell me why.
Did you have to go, and leave my world so cold.” Pensaba y
soñaba que siempre estaríamos cerca. Pero no se puede tener todo en esta vida
indiferente a los sentimientos. Solo trato de convencerme que tiene a alguien
mejor para que cuide de ella… pero sigo soñando que estaremos cerca por
siempre.
Así que puedo decir que sé de cerca lo que es irse con
el espíritu lleno de alegrías y dispuesto a cambiar lo que sea por nuevas
aventuras. Pero también lamento saber lo que es sentirse dejada, abandonada y
olvidada. Desear fuertemente despertar de esta pesadilla. Y al despertar,
entonces desear desesperadamente con soñar que volvemos a estar juntas…
Mi camino, la vida indiferente a mis sentimientos que
llevo, permitió que volviera a despedirme. Esta vez, de mis queridas amigas. Claro,
tanto ellas como yo, somos libres de avanzar, de irnos… Aunque uno se llena la
cabeza con buenos pensamientos para no sufrir, igual sufre. Nos convencemos de
que el dolor de la separación no es nada comparado con la alegría de volver a
vernos reír… Y si, es así. Hasta que tenemos que volver a despedirnos… Dejar
amigos que llenan nuestro corazón, por completos desconocidos… que cosa más difícil.
Y aunque trato de convencerme a mi misma que ahora estoy mejor, los extraño,
como las hojas extrañan el calor del sol en este crudo frío de invierno. Extraño
“mi gente” como extraño ver una noche estrellada. Y aunque me siento abierta a
nuevas posibilidades de amistad, noto la falta de lo conocido.
Aun así, prefiero extrañar que no tener nada que
extrañar. Prefiero ser extrañada, que ser olvidada.
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