La
perspectiva nos permite ver una misma escena, pero con diferentes resultados.
La perspectiva nos permite sacarnos fotos divertidas, donde uno sale más atrás
y el de adelante te tiene en su mano, o te esta comiendo. Todo depende de la
posición del ojo del observador.
En la vida
pasa algo parecido, solo que las perspectivas te las da el humor o la falta de
este. Puedes encontrar un tremendo desorden en casa y pensar “menos mal que
tenemos harta loza, sigamos ensuciando” o podrías gritar “¿acaso soy la nana?
Si yo no estoy ¿nadie puede ordenar?”. Todo depende del estado de ánimo.
Pensando
negativamente, podría decir que siempre fui un desastre para mis padres, realmente
siempre los desilusioné. Como mi madre quedo embarazada de una casualidad, no puedo
imaginar la cara de alegría de mi padre, sino sólo la de espanto. Una vez que
nací, cometí las siguientes tres decepciones a mi familia.
Primero, no
pesé más que otros de mi familia. Porque cuando naces, eres como un lechón,
mientras más pesas, más vales. Así que yo, valía muy poco.
Segundo, mi
padre vió un tremendo chocho sobre mi frente, horrorizado, pensó que sufriría haciéndome
moños tirantes, de esos que uno se ve como china, con los ojos estirados.
Porque a mi papá lo criaron diciéndole que el pelo crespo es feo.
Y tercero,
como nací un día domingo, mi padre no tuvo un día libre en el trabajo. Cosa que
a todos nos gusta tener.
Mi hermana,
en cambio, no paso por nada de esto. Todos la esperábamos. Mi padre puedo
entrar a la sala de parto, así que fue amor a primera vista, apenas la vio se
convirtió en su hija favorita. Pesó más que toda la familia, y nadie ha podido
superar ese record y eso que se adelantó dos semanas porque a mi mamá se le
ocurrió envirutillar y encerar la casa, así que mi pobre hermana salió como una
jirafita, pum para afuera. Además no tenía chochos y nació un día lunes. Ese
día, pasé a ser la “guagua grande”…
Ahora, si
cambio la perspectiva, y me pongo a pensar positivamente, diría que fui el
orgullo de mis cuatro abuelos. Fui la primera nieta y eso nadie me lo puede
quitar. Así que andaba en los brazos de uno y de otro. Todos me miraban y se
veían reflejados en mí. “Tiene mis ojos”, “tiene mi mentón”, “tiene mi nariz”,
etc. Genéticamente hablando, me parece torpe hablar de eso, es obvio que tengo
un poco de cada uno, de hecho, soy un poco de cada uno. Incluso ahora, que ya
tres están muertos, puedo ver cosas en mí que alguna vez ví en ellos. Soy una
mezcla de cada uno de ellos. No solo los llevo en el corazón figurativo, también
los llevo en mi libro de la vida.
Como soy la
mayor y he tomado buenas decisiones primero que el resto, he sido un orgullo
para mi familia. Pero no creo que eso sea lo más importante, yo creo que uno
debe estar orgulloso de uno mismo. Tener la capacidad de mirarse al espejo y no
desear cambiar nada. Ser capaz de tener una segunda oportunidad en la vida, y
volver a tomar las mismas decisiones, volver a cometer los mismos errores o
incluso más.
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