miércoles, 29 de julio de 2015

Sin concepción

Ayer terminé mis pastillas que me producen jaquecas, controlan mis hormonas, mi genio y mi carácter, además de hacerme una persona predecible, cuando el real objetivo por el que las tomo es porque impiden la concepción.

Hay días, en que las tomo sin pensar en nada, otras veces las tomo asustada porque me he atrasado, pero también hay de esos días en que tomarlas me da una especie de sentimiento de miedo, de creerme una especie de dios que tiene la vida en sus manos pero decide no crear. Este último sentimiento me atormenta, por lo menos, un par de veces al mes. Esa cosa de poder decidir por la vida de otro ser…

Claro, la anticoncepción es de lo menos natural. La humanidad ha tomado el control sobre crear o no crear, hemos tomado las riendas de formar o no formar familia, incluso de controlar la población. Uno de los grandes beneficios que venden estas pastillas es “evitar el embarazo no deseado”, pero ¿realmente existe tal cosa? Además nos venden el “planificar la familia”, pero eso es realmente creerse dios, sólo que con palabras más lindas. Nos tratan de convencer que somos los dueños de nuestra vida y de la que podría venir, somos dueños de nuestros cuerpos, somos dueños incluso de la familia. Por eso lo venden como “salud preventiva”. Eso es exactamente lo que me molesta.

Ricardo Arjona, refiriéndose al vaticano dice: “prefieren niños con hambre, que un preservativo”. No estoy de acuerdo con el vaticano. Estoy más de acuerdo con Arjona, pero ¿realmente podemos controlar la población de niños con hambre?

Maná habla del embarazo no deseado de Ana, una niña de 15, y explica que la razón fue que “el globito y la conciencia, se quedaron, en un cajón”. Al parecer, existen los casos en que una mujer preferiría no estar embarazada… claro, tiene 15…

Para el resto de las mujeres, quizás con más de 30 años en el cuerpo, “planificación familiar” no nos deja tranquilas… Quizás, deberían vendernos otro término…

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